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Archive for diciembre 2014

Me hablas de distancias, que no es otra cosa que kilómetros más kilómetros que nos dispersan y nos hacen imposibles y lo bueno es que estamos lejanos porque de otra forma ya nos estaríamos odiando hasta el cansancio, tú seguramente con ese silencio que acostumbras y yo trasplantando historias para atacarte a la primera oportunidad. La imposibilidad de verte no es un país, ni un visa, ni lo helado que es ese lugar, la imposibilidad se llama no reconocernos a la brevedad, se llama negarnos lo que somos y no querernos quitar la ropa a la primera, sino después de mucho regateo, después de tres o cuatro copas y cien mil versos que tengo que citar de memoria. ¿Distancias?, no es otra cosa que kilómetros y más kilómetros de tierras que sangran, que se cubren de blanco, que se esconden en océanos, lagos o ríos caudalosos, distancia es esta inmovilidad del cuerpo crucificado, del cuerpo quemado, del cuerpo escondido en un lugar imposible, y es la desunión total de lo que somos, de nuestras manos que dejaron de apartar nuestros muslos para dejarnos perdidos entre nuestras piernas, sin saber que eso algún día nos destruiría. Distancias es un país infectado de soldados, pagados por el miedo a que otros se adueñen del «negocio».

La distancia también es lejanía, conspiración y una caja de huesos desbaratados.

Me duelen los músculos de tantos suspiros, malgaste mis sueños y sobre todo las horas que deje de escribir pensando en ti, malgaste tu silencio, pues en el estaba la oportunidad de olvidarte y deje que a la primera de cambio me habitaras de nuevo, con toda y esa distancia que es tantas cosas y a la vez nada. ¿por dónde ando yo?, escondido en tugurios en latitudes donde los soldados son huérfanos de lo que más quieren.

Las distancias son la soledad de unos días después de marzo, cuando el sol se ha encargado de alejar todo el frío que nos corta la piel y el alma se desbarata por no volverte a ver.

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Es claro que unas cuantas palabras no bastan para decir lo muy agradecido que estoy con todos aquellos que visitan mi sitio, sin embargo lo diré en corto: muchas gracias.

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La idea era muy simple: yo quería dormir con ella o no lo que se dice dormir, si no como se dice de manera simple, pasar la noche y nada más. No quería algo como eso que algunas llaman amor y hundir mis pensamientos en su vida y complicar un poco más la mía, tampoco tenía deseos de dejar mi mano a la disposición de su cuerpo durante todos los días, era pasar la noche y nada más, en eso no había poesía encerrada ni historia escondida, la cosa parecía muy simple, pero en ocasiones pienso que era de lo más complicada. Quería saber cómo era ella, después del sexo, en su estado más profundo de excitación y placer y mucho más aún, quería escuchar el ritmo de su corazón en el instante mismo que la pasión se desborde y ella no tenga a donde esconderse y grite, si que grite porque está inundada en un orgasmo, y luego antes de irse: besarla.

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Lo mejor de todo, tú lo sabes: dejar pasar el tiempo. Al principio todo era una insinuación, después corajes, frustraciones, atracción, pero no hemos dejado huellas, lo cual es una lástima, al principio nos preocupaban cosas más simples, luego nos preocupo la sombra de algo que ninguno entiende pero que se hacía presente a cada rato.

Yo te quería tener de espaldas en mis paredes mientras mi cuerpo arremetía una y otra vez contra el tuyo.

¿Quién renuncia a todo lo que lo hace feliz?, supongo que nadie. Un día en el espejo o en un mensaje o en alguna parte nos damos cuenta que nada es como creemos, que nada es inocencia pura, que incluso el silencio es traición y nos despojamos el uno del otro, aún sin habernos poseído. No tengo claro si es más dura una roca o tu obstinación por creer que lo que haces es lo mejor y así asesinar estos sueños. Qué demonios importa, si todos lo hacen a diario.

Lo que tengo es tu espalda ante mis ojos, mostrando una distancia insalvable y tu sexo evitando todo contacto porque fue reservado para la felicidad suprema o para los sueños de cualquier tarde, en mis paredes falta algo de ti.

En las paredes…

Quizá todo esto es así porque desde el principio fue un engaño, la mayor diversión radica en el engaño y no en la rutina de todos los días, no en el te quiero un tanto viciado por la costumbre y esa forma tan mecánica de quitarse la ropa, de comer pizza o de ir al cine, la diversión va de la mano con la adrenalina que surge cuando dos se estremecen por el miedo a ser descubiertos y se ríen mientras se quitan la ropa y explotan en algo innombrable pero al que de vez en cuando suelen llamar orgasmo y quizá todo eso también es un engaño, pero ahora ya no importa.

En mis paredes guardo esa historia jamás contada.

Entré a tu vida sin inquietar tus aguas o fuiste tú quien entró a la mía de forma intencionada, aunque ahora digas que esto no es una batalla y que no soy bueno para perder. Entré haciendo ruido, entraste como no sabiendo de que se trata esto, insinuarse imposible, sin embargo le arrancaste el rostro al espejo y tus dedos cosquilleaban en mi pasión desbordada, qué otras pruebas requiere el tiempo para darse el lujo de olvidarnos como si no hubiera sucedido nada, quizá ninguna, quizá todo es un engaño, incluso el no querer ser infiel  mediante mensajes, pero hoy en día se es infiel incluso sin pensarlo.

En las paredes descubro que lo nuestro fue la mejor diversión y olvido el llanto que no se ha escapado, no quiero ser un niño, aunque por dentro lo estoy deseando.

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Si he de creer ciegamente en mis recuerdos, este año no es diferente a otros años, por todas lados la muerte violenta nos amenaza, antes se escondía en la oscuridad de la noche, ahora se práctica con descaro, sin importar la hora del día

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Durante todo este tiempo he sentido temor de anotar los detalles íntimos de mi vida, porque estoy seguro que al momento de hacerlo, dejaran de pertenecerme, la otra razón es que no quiero que nadie me conozca a la perfección, entre más desconocido sea es mejor, porque solo así es posible que se dé un encuentro autentico; que la una no sepa nada de la otra. Casi siempre las personas quieren contarme algo y cuando lo hacen, los sueños se vienen abajo y entonces es imposible que las cosas puedan suceder. Alguna vez fue diferente. Caminaba en medio de la noche por alguna calle céntrica de la ciudad de México, cuando me encontré con U, nos vimos por primera vez y como en un acto casi mágico, ella se tomo de mi brazo y comenzamos a caminar sin un destino fijo, a las dos o tres de la mañana cualquier calle céntrica del centro histórico parece una larga avenida misteriosa y dispuesta a tragarte, cuantas historias existen de cada sitio, quizá sean incontantables. Ya no recuerdo bien si fue U o tal vez fui yo que al pasar por la entrada de un Hotel, me jalo o la jale del brazo, recuerdo con precisión otros detalles que no suelo recordar con regularidad, como que la habitación 12 estaba desocupada o ese piso de madera que chillaba a con nuestros pasos, recuerdo la queja de los adoloridos resortes de la cama. U, quería seguir contando su historia, sus fracasos, pero sobre todo quería deshacerse del dolor de estar viva. Ese viejo hotel dejo de existir y yo no he vuelto a encontrarme con U nunca más, de no haberme contado sus historias, yo pensaría que nuestro encuentro fue algo autentico, pero hoy después de muchos años, sigo dudando, incluso he llegado a dudar de su existencia y cuando intento contar parte de lo que viví con ella, me pregunto si no estoy entrando al terreno prohibido de la intimidad.

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Yo estaba acostumbrado a la idea de que nadie se muere de mal de amores; hay unos cuantos que combinan las penas de amor con el crossfit  y  dejan la vida en un coraje o en una tristeza, el corazón les falla y luego, queda el recuerdo.

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Desperté de un largo sueño, que cuando alguien me dijo que ya estaba de nuevo en la realidad me imagine que estaba dormido, ¿qué era toda esa historia con A, todos esos ruegos, todas esas tristezas? Sospechaba que ni yo lo podía entender.

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Sin importar que tan lejos puedan huir, a todos la carne se nos llena de gusanos, a menos que sea quemada, que es la forma más justa de quedar a mano,  esta no es una sugerencia, ni tampoco un pensamiento aislado, en esta tierra adolorida

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La última vez que la vi tenía algo así como una sonrisa a medias, fingida y hasta un poco cansada, veía su cuerpo moverse pero no me decía nada, por la expresión de su rostro sabía que los tiempos difíciles habían quedado a tras o era su intención hacerme saber que su vida iba como ella lo había soñado, porque fue ella quien siempre había soñado con la perfección de su matrimonio. Se había mostrado preocupada conmigo, mi seguridad emocional parecía ser lo primordial, yo estaba un poco confundido o tal vez enojado o ambas cosas, el caso es que eso no tenía importancia. Ella no quería lastimarme, ella no quería que yo pudiera sufrir por mis emociones y luego estaba mi esposa quien iba a sufrir con esta historia, y ella no deseaba causar nada de eso. Fue lo que me dijo. Habría preferido desde luego traer cerilla en los oídos y todo esto no habría sido necesario.

El caso es que nunca escuchaba su voz, leía en voz baja e imaginaba sus expresiones, incluso llegue a imaginar los gemidos de ella cuando hacía el amor. Poco a poco fui descubriendo que todo esto era el tema de una película, una con una música suave y con destellos cálidos. Podría seguir leyendo en voz baja y esto se transformaría en un gran coito interruptus;  yo pensé: es una mujer muy agradable, pero por qué pierde el tiempo “hablando” conmigo en vez de tener sexo, yo también debía tener problemas pues me pasaba hablando con ella muchas horas. La vida así estaba jodida y por si fuera poco me sentía escritor.

Al final, ella se dio cuenta que esto no nos llevaría a nada, desde luego que le gustaba el dialogo que habíamos montado y fue entonces que se invento todo eso de que no me quería hacer daño y si su comportamiento era de tal manera, lo hacía para cuidar de mí. Gracias a eso me di cuenta de que todo mundo sufre, incluso los que dicen no sufrir, a mí no me importaba en lo más mínimo si alguien salía herido de todo esto, no estaba rogando por besos o sexo, para mí esa forma en la que se dieron las cosas, y ese intercambio de mensajes me bastaba, yo no estaba buscando una manera de quitarle la ropa y hacerla sentir como una puta, porque abandono a su marido para estar conmigo en la cama, ni siquiera deseaba saber de ella sino era mediante esos mensajes, pues de esa forma, imaginaba sus gestos, su tono de voz y su alegría. Yo no estaba enamorado de ella.

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