En ocasiones me espanta la muerte, lo hace tal y como me espantan tantas cosas, no pienso en ella pero está presente y una desesperación inconfesable me abraza, en esos momentos quisiera ser gato y tener siete muertes posibles y despreocuparme de todo.
Me da pena, mi hijo. Él me vera tendido y es seguro que yo no conoceré a sus nietos y es probable que ni siquiera conozca a su hijos, me verá rígido y seguramente se llenara de tristeza, todo eso me causa un tremendo vacio y es una soledad intensa, sí, es una soledad, porque eso es la muerte un acto de soledad, quizá el más cruel de todos. No le responderé más. A mí en realidad no me preocupa la muerte, lo que me preocupa es todo lo que me voy a perder, pero me dicen que siempre es así, que no soy el primero y que tampoco seré el último, que siempre es así, que el tiempo no se puede detener y que nadie puede sobrevivir de manera eterna. Cuando pierda la batalla de seguir vivo, seré un montón de nada.
Me angustia no saber si existe algo más, no puedo creer que un día todo se desconecte y me quede atrapado en la nada y no pueda pensar más y no pueda leer o escribir historias o ver a los ojos a muchachas bonitas y no pueda tener a mi hijo en mis brazos y cada día que pasa me llena de tristeza el saber que para eso estoy viviendo: para ver venir mi muerte y mientras eso pasa discuto por tonterías y pierdo el sentido de lo que en realidad vale la pena en esta vida que es precisamente eso, vivir.
Quiero que mi hijo sepa todo lo que lo quiero y todas las cosas que han tenido que pasar para que yo estuviera convencido de tener un hijo, quiero que me vea y se sienta feliz, quiero no ser ese ogro al cual seguramente en algún momento le tendrá miedo y si no es miedo, sea una especie de coraje porque no le deje hacer tal o cual cosa, sin embargo ahora cuando duermo a su lado, me dan ganas de decirle que es lo mejor que me ha pasado, que mi vida con él es plena y que solo por compartir todos los días con él, ha valido la pena esta empresa llamada vivir y no hay fracaso en todo lo que hago. Quiero que sepa que todas las noches me hace feliz. A veces sueño que me estoy muriendo y despierto llorando y esa es la peor desesperación que he sufrido, sin duda he descubierto que ya empecé a morir y eso no me agrada en lo más mínimo, pero la noticia en realidad es que no voy a bajar los brazos y aún me quedan mil batallas por dar, sin importar el resultado de cada una de ellas.
Siempre tuve miedo de tener un hijo, si alguien me pregunta por qué, la verdad es que no tengo ni puta idea y la vida me resultaba tan compleja que decir te amo era algo casi imposible, decirlo como una palabra quizá no representaba reto alguno, pues basta con tomar suficiente aire y de decirlo de un solo golpe. He pasado por tantas cosas para llegar a este punto, y para disfrutar como lo vengo haciendo. Llevo varias noches pensando en todas las cosas por las que he pasado, pienso y no dejo de hacerlo y no hay nada de crueldad en ello, es quizá lo que la gente dice al asegurar que en el último instante, justo cuando ocurre el último aliento: podemos ver pasar nuestras vidas delante de nosotros, yo no creo que sea así, pienso que una vez que empezamos a morir (desde luego que empezamos a morir desde el momento mismo en que tenemos vida), nuestra vida se nos comienza a presentar y es tan intensa esa rememoración, que para cuando llega la muerte ya lo hemos visto todo de nuevo, aunque solo lo supongo.
Quiero que mi hijo sepa que lo amo, se lo puedo decir ahora, pero él no sabe que trato de decirle, quizá lo sienta. Ahora pienso que si nunca antes fueron para mí las palabras unas inútiles, ahora lo son menos y siempre me ayudan a decir lo que siento, aunque me tarde toda la vida para decirlo. Que difícil es esta sensación de sentir que la muerte te oprime y ello viene de la mano de este enorme vacío, quizá me falten 43 o 44 años para morir, pero cada vez estoy más cerca y mi cuerpo comienza a mostrar los efectos de las primeras batallas perdidas, ahora mismo lo hace y sé que dentro de poco, seré un montón de nada y yo, lo único que quiero es que mi hijo lo sepa desde ahora que lo amo.
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