Cazador de sueños.
Existe un libro escrito en tinta verde, la cual es venenosa. El libro narra la historia de un pueblo desaparecido en los inicios de los tiempos, este pueblo fue invitado a vivir a las orillas de otro gran pueblo, que amaba el cristianismo. El rey de este pueblo extinto que desde ahora llamaremos como los Seltinos, tenía dudas de cual debería ser la visión de su pueblo en cuanto a la guía espiritual que regiría sus vidas en el futuro. Así que los Seltinos invitaron a pensadores de las tres principales corrientes religiosas de la época y quien pudiera resolver todas sus dudas, sería la ideología que seguirían.
Cristianos, islámicos y judíos, acudieron al llamado. Debo decir que los Seltinos seguían creyendo en sus dioses con formas de animales y en sus múltiples representaciones.
Hace unos meses en una venta exclusiva de libros viejos, me encontré con este ejemplar escrito en tinta verde, hasta ese momento yo no sabía nada de la existencia de dicho libro y mucho menos de la vida de los Seltinos. Originalmente se mandaron a imprimir 500 ejemplares de uso común, un libro en oro y otro en plata, ambos con una cerradura especial para que no se escaparan los demonios que sus historias contenían. El libro en tinta verde, resulto ser un arma en contra de todos los enemigos naturales de los Seltinos. Toda persona que no supiera acerca de las costumbres seltinas, así como el uso de la tinta verde, moría al leer el libro. Claro que la muerte no es súbita y el posible lector va sufriendo una serie de castigos ocasionados, hoy se sabe por los efectos químicos de esa tinta verde.
El primer reto para los pensadores de esta trilogía del pensamiento consistía en resolver un pequeño misterio. Un hombre que era un cazador de sueños, se sentía como pez en el agua, mientras se mantenía inmerso en el sueño. Conforme se la pasaba buscando en los sueños, iba descubriendo nuevos niveles y de alguna forma empezó a domesticar a los peces del sueño. Cada vez llegaba a espacios más profundos, hasta que un día llego a Dios, todo mundo sabe que en el fondo de todo sueño se encuentra Dios. Así que el cazador de sueños pensó que había llegado a la cúspide de sus objetivos y que era imposible ir más allá de ellos, ese era el límite y entonces se abandono a una vida lejos de ese misticismo, pues quien descubre que a llegado al final del camino, termina por entender que seguir en el es inútil y se empieza a negar las cosas.
Cuando empecé a leer el libro de tinta verde, empezaron mis verdaderos problemas. Primero fue el oído, el izquierdo, empecé a sentir una humedad extraña, una humedad ajena al ambiente y cada que le hacía limpieza salía algo verde que me causaba repugnancia, sin embargo no preste atención a dichas molestias.
Cada uno de los pensadores dio su punto de vista, según su doctrina, lo cierto es que ninguno de ellos fue tan convincente como para convencer al soberano de los Seltinos. Así que el problema continuaba y su pueblo necesitaba de la guía espiritual pues sus viejos dioses se veían desplazados por este nuevo orden, donde todo el poder lo ostentaba un solo hombre que era capaz de todos, la moda como bien es sabido es necesidad de todo y lo que de ello nos acomoda es lo que podemos y debemos tomar. El pensador cristiano aseguraba que no se puede llegar a Dios y perder el camino, porque la vida eterna una vez que estas en ella es única y hermosa, no supo eso si, explicar las futuras guerras donde el poder y la avaricia llevarían como estandarte a ese Dios, no supo explicar porque un pueblo sería menos digno que otro y su nación los consideraría menos valiosos que los perros. Quizá el poder mismo era algo inexplicable en ese momento, debemos recordar que estamos en el origen de todos los tiempos, cuando el misticismo y la brujería gozaban de gran poder. Explicar lo que sucedía en la cabeza de los otros pensadores es volver a repetir las mismas líneas, es seguir en un juego que al igual que a los Seltinos, nada más nos generarían confusión.
Después del oído empecé a tener problemas con los ojos, un dolor que no sabía de donde venía, me ataco casi todos los días, luego fui perdiendo el apetito y comeré un nuevo problema, ahora se trataba de la garganta, un fluido viscoso y verde salía de ella y lo primero que pensé fue en la existencia de alguna infección y no quise molestar a mi médico de cabecera y creí que con un antibiótico me bastaría. A estas alturas estaba bien interesado en la lectura de mi libro de tinta verde y lo que menos quería era separarme de el. A lo largo de la lectura, me fui topando con frases de advertencia que desde luego pase por alto, en un apartado especial, al cual llegue por error, se describían mis síntomas y se me advertía que de no dejar de leer, lo que conseguiría, era una muerte espantosa. Me dio por reír.
El soberano de los Seltinos, se sentía decepcionado, no podía salir ante su pueblo y decirle que nada estaba claro y que cada uno podría creer en la doctrina que más le conviniera, eso significaba, la extinción de su pueblo, vendrían dudas todo tipo de maldiciones, su gente probaría todas las depravaciones posibles, andarían algunos con su desnudez por las calles, celebrarían carnavales para festejar al cuerpo y sus placeres antes de alabar a su Dios. Otros andarían con el rostro cubierto y le arrojarían piedras a sus mujeres ante la leve sospecha de un engaño, cada uno tendría una predilección por un Dios y empezaría así el fin de una raza que bien podría durar dos mil años o un poco más.
La última advertencia decía que si llegaba a leer la frase te lo dije, la vida terminaría en ese instante. Casi a media noche, pensé que ya era tiempo de dejar la lectura, llevaba más de catorce horas sin despegarme del libro y en honor a la verdad no estaba cansado y bien podría seguir hasta llegar al fin, me interesaba saber que había sucedido con la suerte de ese pueblo.
El Soberano pensó que era momento de someter a esos pensadores a otra prueba.
Una vez que deje la lectura cerré los ojos y me puse a soñar, me sentí como pez en el agua. En el sueño un niño me pregunto acerca del sentido de leer, me dijo si sabia cual era placer que se puede encontrar en un libro, y me recordó que no existe nada más emocionante en la vida que soñar. Después me pregunto si deseaba leer un cuento que él escribiría, lleno de temor y sobre preocupado porque él podría convertirse en el escritor que yo deseaba ser, le dije que no, que no deseaba leer un cuento escrito por él, pero sin embargo y si era su deseo, podría contármelo.
Soñé al hombre de la historia que se dedicaba a cazar sueños y como este cazador un día logro llegar hasta el punto más alto que una persona puede llegar, en ese instante y dentro del sueño mismo entendí que este hombre había resuelto todos los misterios de su vida, había conseguido las respuestas, a las preguntas que invariablemente nos siguen a todos, este cazador de sueños, había logrado entender en medio de todo su cansancio de donde venía y quien era él. Lo vi en sueños a lado de Dios.
Al parecer venimos de Dios y nuestro destino es Dios, me dijo el cazador de sueños que una vez dicho esto se abandono a suerte y no lo volví a encontrar jamás. El mismo que hacía un rato en los tiempos del sueño, quizá ya habían pasado unos cuantos siglos, me pregunto, por el sentido de escribir, es decir por qué me dedicaba a escribir. La respuesta que formule de inmediato es la más simple, no quería, ni deseaba saber porque me dedicaba a escribir y si un día tenía respuesta para ello, podría dar por terminada mi vida, que sentido tiene para un hombre llegar a la cúspide des sus deseos si del otro lado ya no existe nada, lo mismo debe pasar con los que persiguen a Dios, pensé.
Al despertar, lo único que deseaba era seguir leyendo, pero ya me encontraba muy mal. Fui con amigo, que aparte de ser un doctor de los ojos, es un excelente lector. Me reviso con mucho cuidado y noto que en mis ojos había una especie de pequeñas partículas, al parecer se trataba de sustancia desconocida y en color verde, el doctor y amigo, me dijo que tal vez se trataba de una alergia a algo que se encontraba en casa, le platique la historia que hasta ahora te he contado del libro de tinta verde y le gano la risa. Mi amigo dijo que deseaba ver ese libro verde y ambos nos venimos a casa.
El soberano de los Seltinos, pensó que no era mala idea poner a uno de sus hijos a prueba ante estos pensadores religiosos, pero como les tenía mucho amor a sus hijos, creyó que lo mejor era fabricar uno, así que tomo barro entre sus manos y moldeo a un hijo perfecto y el reto para estos pensadores consistiría en identificar sus rasgos no humanos. Así que el soberano sin decirles nada, presento a su hijo, ante los pensadores, ese hijo, que era a su imagen y semejanza e incluso era perfecto. La vida de este nuevo hijo del soberano se desarrollo como el de todas las personas, creció, aprendió de todas las artes posibles y en función de sus virtudes fue apto para casi todas las cosas. Un día este hijo conoció a una mujer y se enamoro de ella, pero en él no existía la maldad y ella lo único que deseaba era su riqueza y su poder.
Hicieron el amor, llenos de lujuria, porque ese era el plan del soberano. Y la mujer para demostrar lo que para ella significa ese momento, se quito todas sus joyas y las arrojo al río, dijo que más valía ponerle a un acto hermoso un acto horroroso, pues con eso, ese recuerdo perduraría toda la vida. El hijo del soberano perdió su voluntad y desde ese momento entendía que venía al mundo por orden de su padre y que su misión era mostrar la grandeza del mismo. Ella la mujer hermosa entendió al instante que sería dueño del reino.
Los pensadores no supieron identificar los actos de la creación del soberano y empezaron hablar de los valores, de los pecados y para ellos, todo eso era un reflejo del acto humano, no había en toda esa historia nada que no fuera normal. El soberano enfureció, y ordeno a su pueblo que creyera como mejor le pareciera, pues los actos de estos pensadores no dejaban nada claro en cuanto a su Dios y sin embargo en cada uno de ellos brilla la codicia.
Mi amigo tomo el libro y lo abrió en la página que me había quedado, y leyó lo siguiente: te lo dije.
El soberano destruyo a su hijo, devolviéndolo a su forma original, polvo eres y en polvo te convertirás le dijo. A la mujer presa de su codicia y esclava de su belleza, le dicto la siguiente sentencia. Todo acto hermoso debe verse inmerso por un acto horroroso para que este nunca se olvide, pero también todo acto horroroso debe verse tocado por todo acto hermoso y en consecuencia nunca será olvidado y devolvió a la mujer a su forma original, convirtiéndola en una víbora.
A mi amigo lo hemos enterrado el día de hoy una sustancia verde le salía por sus oídos y sus ojos, pero lo que lo mato fue esa misma sustancia que se le acumulo en la garganta. El libro tenía razón con sus advertencias en esa pagina, y en esa frase vivían unos virus, que saltaban al sistema respiratorio donde encontraban todos los elementos para reproducirse en segundos, eso fue lo que sucedió.
Lo del soberano es algo nada fuera de lo común dentro de la historia que estaba leyendo, es decir la humanidad parece estar condenada a su maldición y no sabemos con exactitud como podemos regirnos. El niño del sueño me sigue molestando todas las noches, proponiendo su deseo de e escribir un cuento que va regalarme para que al fin yo me pueda convertir en un escritor y pueda responder a la interrogante de donde vengo y adonde voy, pero sobre todo pueda responder porque me convertí en escritor a lo cual le he dicho que el día que eso suceda ya estaré muerte. No seguí leyendo el libro, he tenido últimamente problemas de audición y un liquido verde no deja de salirme de los ojos, de la nariz y la garganta, los médicos dicen que no tengo nada, que la culpa es de mi imaginación, que se trata de algo que yo me he inventado.
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