No pude más con el silencio y entonces
me puse a buscar tus ojos de gata,
no vas a creer las cosas que hice, no por extraordinarias o absurdas
sino porque vienen de mí y de esa necedad de estar perdidamente enamorado de ti
aunque hablar de ti, no solo es hablar de tus ojos o de tu contagiosa sonrisa
tampoco es hablar de tu alborotado cabello y sobre todo hablar de ti no es hablar de tu ausencia, es hablar de lo que deje de ser en todos estos años. Buscarte es otra historia
Hace años te habria buscado en un atardecer en Lisboa o en un café en Estambul, me gusta la idea de encontrarnos en Estambul, seguro te habría buscado en la Ciudad de Mexico, es más creo haberte encontrado en los pasillos de la Universidad Nacional, sino mal recuerdo esa vez nos besamos. Desde luego que el mejor lugar para buscarte era a las orillas del Guadalquivir, pero como tenía miedo a que me rechazaras, así que alli no te busque. Te encontré de la forma menos romántica y más segura, porque eso hacemos ahora: estar seguros hasta de nuestra sombra. Aunque decir que te encontré es una útopia perversa.
En mi busqueda siempre estaba presente Omara Portuondo, en ocasiones Compay Segundo o Laura Pausinni, con los años intente sustituirlos pero casi nadie lograba tener esa fuerza entre nuestros recuerdos, quizá porque nunca los escuchamos estando juntos. De fondo siempre estuvieron las letras de Agustin Lara y ese era el ambiente entre nosotros como si nuestros espiritus fueran tan viejos como la historia misma. Encontrarte era ir a las lecturas de Sergio Pitol, pero fisicamente tú estabas en otra ciudad y casi siempre te observaba cruzando un puente.
Siempre ha estado en el mío, la mentira, el sueño, el recuerdo, las ganas de verte. Le llamamos corazón, amor, tristeza, alegría, vida. A veces creo que todo ha muerto y busco en el sexo un poco de ti. Te quiero junto a mi, te puedo sentir y solo hay silencio, eso es lo que hay.
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