En el camino,
nuestros cuerpos danzan,
se unen en sueños
De un tiempo a estas fechas
El día que naciste se me vino el mundo encima, de pronto todas mis expectativas estaban hechas realidad, tú llorabas en un cunero y yo, bueno yo lloraba por dentro: alegrías, miedos, soledades destruidas y la esperanza de que algún día, cualquier día vamos a caminar tomados de la mano por cualquier calle en cualquier ciudad; ya estaba yo construyendo historias a tu alrededor incluso antes de nacer, tal vez era por el miedo que tenía y aún tengo de poderte perder que sentía todas estas cosas y donde el miedo era el que reinaba. Tus historias aún se comunican con las mías. Sonríes y sé que es una expresión, pero con eso me arrebatas la vida y solo quiero tenerte en mis brazos, protegerte, enseñarte este mundo que más allá de albergar una ilusión o una esperanza, alimenta batallas y agresiones diversas, pero nos queda algo y eso es el sueño, ese que nadie logra controlar o vencer, el sueño y la imaginación, eso es lo que tenemos. Sé que un día te vas a ir de casa pero eso ahora no me importa, se que esos dolores que te arrancan el llanto van a desaparecer, se que vas hacer una vida y quizá tú logres edificar todo lo que yo he e intentado hasta el día de hoy, y que se ha convertido en eso, en intentos de lo más variado que me han llevado a nada. Quizá tú seas un constructor de sueños, pero sobre todo de historias, nada me gustaría más, pero eso todavía no lo sabes, al menos no hasta hoy.
Aquí la eternidad se desvanece si no tienes hijos. Pensé que mi eternidad sería escribir una obra, no tan larga como El Quijote, ni tan precisa y hermosa como las obras que tanto me gustan; yo solo quería escribir, porque pensaba tantas cosas, pero la verdad es que no tengo claro porque este deseo me ha dominado desde siempre y tampoco deseo saberlo, porque entonces mi vida no tendría sentido alguno. Hoy me limito a escribir pequeños retazos de historias inconexas, escribo para sobrevivir y para aguantar las noches en vela, en las que te pongo en mi pecho mientras tú intentas dormir, algo te duele, mamá supone que son cólicos por la leche, yo supongo que ese dolor es por este mundo que se va destruyendo. Tu condena es esa: el dolor, dolor a la muerte, seguramente nos veras partir, alejarnos de tu vida, dolor a la perdida y quizá el mejor dolor de todos, el dolor del amor. No se puede hacer a un lado tu condena, pero intentare que todo te sea soportable dentro de las cosas insoportables, quizá lo que voy hacer es regalarte historias que hagan de tu vida un mundo de esperanzas y de la muerte, ella que es tu enemiga se convierta en la que desea tu cuerpo que es con lo único que se va a quedar.
Tú serás el último que diga y lleve mi nombre, mi inmortalidad me la he ganado contigo. Solo espero que mi último día no sea una larga travesía de sufrimientos para mi cuerpo, no quiero una muerte lenta, solo quiero acostarme y no despertar nunca más, para no molestarte a ti y probablemente a tus hijos, para no causarle irritación a nadie.
Suena tu llanto en casi toda la noche, por segundos cierro los ojos, vencido por un sueño que antes tardaba horas e incluso días en llegar. Noche invencible, noche que se demora. Suena tu llanto y trato de adivinar lo que te pasa, supongo males y remedios, resumo todas mis historias en tu dolor que también es el mío, nada es real, la noche me contagia, me arrebata de esta realidad, te acuesto en mi pecho y tú sigues quejándote, soy tu nuevo útero, tu espacio donde nuestros corazones danzan y componen una melodía especial y hasta ese momento no me lo creo, pero estas a mi lado, te quejas y de cuando en cuando te veo sonreír. Cuando llega el sol en estos días de frío, celebro e intento bailar contigo sobre todo cuando nadie nos ve y nuestros cuerpos se unen, latimos con fuerza, es tu camino que empieza y parece ir junto al mío, tengo sueños, sueños que tal vez un día te contagie sin querer. El día que naciste el mundo, empezó a contarse: como de un tiempo a estas fechas.
De un tiempo a estas fechas todo me espanta, se que te puedo perder y lo único que tu puedes perder es el aliento. Deseo que eso nunca suceda, al menos no mientras yo esté con vida. Perderte sería insoportable, sobre todo cuando he pasado por muchas tristezas y eso parece tan egoísta pero es así el amor que te tengo: grande, único, y de nosotros, los que estamos a tu lado. El día que naciste comenzaste a morir pero es algo que todos hacemos así que no alarmes. Todo este tiempo, desde que tienes vida hemos sido rehenes de tu cuidado, de que todo vaya bien, me parece increíble, yo queriéndote como no tenía idea, yo deseando un mundo para ti y que me compartas tus sueños mientras puedas. As la muerte no s ele gana nunca, pero se le puede engañar durante un buen rato. Tu vida es un milagro que me recupera de un probable futuro miserable, tu vida es motivo de querer seguir vivo aunque nunca he deseado la muerte. Las noches que suenan a tu llanto y ese desvelo que no cansa es parte de este inventario inicial, no cuento el número de pañales ni la ropa tan pequeña con la te empezamos a vestir, no cuento los primeros regalos, ni tantas otras cosas que no logran sobrevivir, por más que me aferre en almacenarlos. De un tiempo a estas fechas, ese tiempo que va desde el día en que supe que vendrías, observo tu historia, fuiste dejando de ser extraño y todas mis emociones están pendientes de ti, de un tiempo a al fecha me siento completo y escribo a cuenta gotas, aunque la vida no esté hecha y tenga mil cosas más por contar, a veces pienso que esta vida ha valido la pena vivirla y ya me puedo empezar a morir sin que la muerte me alcance ya.
De un tiempo a estas fechas descubrí que la noche ni es tan larga, ni tan negra, ni es tan mala ni tan buena, solo es un pretexto para quedarme dormido y así que me sorprenda la muerte.
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