Cuando hablamos por última vez, él ya sabía que la había perdido, que era tal vez su última oportunidad y se veía muy deprimido, me dieron ganas de decirle que no importa la edad, que incluso con 80 años encima se puede conquistar a una, desde luego que tendría que ser de su edad, el parecía morirse de tristeza, así que no le dije nada, a él en verdad le gustaba ella.
—¿Qué es lo que te pasa, Carl?
—Me ha dejado, se largo porque no podía soportar vivir con un marido engañado
—Cualquiera puede vivir una aventura Carl, no te entiendo muy bien
Carl se sonrió
—Se que no me vas a creer pero ella en realidad me gustaba, me gustaba tanto que hasta me atreví a preguntarle: de cómo le iría sin mí. Ella exploto y me dijo que era su vida y que yo no tenía nada que ver con ella.
No sabía que responderle.
—Nuestra sociedad está podrida Carl, hay tanta gente encerrada en sus mundos internos y en un pequeño cuarto, se pasan horas y horas con el teléfono en mano enviando mensajes sin parar, todo el día como si lo único importante fuera mantener el “contacto” vivo, se desviven por mantenerse conectados a sus redes sociales, sin ellas no son nada, dejan de respirar, no observan el sol y se han olvidado de cómo es la luna o la naturaleza, si ladra un perro piensan en bajar alguna aplicación para callarlos y matan a las arañas con sonidos que salen de sus dispositivos.
—Pues ella era así, y fue como terminamos.
—Entonces cuenta.
—Un día me envió un mensaje. Trabajamos en el mismo lugar, pero nunca nos deteníamos a platicar, lo que se dice una verdadera platica, casi siempre chismes y risas que no parecían tener sentido alguno. Un poco guapa, no la puedo imaginar con vestidos, flaca, no tiene un cuerpo estupendo pero si unos pechos generosos, a veces parecía no llevar ropa. Me dijo en el mensaje que había leído alguna de mis historias y claro después de eso yo me sentí atrapado y de inmediato quería saber más, así que comenzamos a enviarnos mensajes, hasta el punto en el que ya no podía parar.
—¿Un poco guapa?, pregunté.
Carl se quedo callado, parecía estar pensando, supongo que sí, ahora todas me parecen guapas.
Entonces le dije que me cagaba la idea de que ahora maten a las arañas con una aplicación de sus dispositivos inteligentes y que no puede haber amor mediante mensajes, que no es como leer o escribir una historia, que además no tiene nada de romántico e como quien trata de tomarse una cerveza sin tomarla, que todo eso me parecía imposible. “Es lo mejor que nos puede pasar”, contesto él.
—Cuenta que paso después —le dije
—Bonita y muy flaca, ella no mataría una araña con su dispositivo, a ella solo le gusta oír música y platicar con sus amigos, creo que está muy sola, no importa que este casada, supongo que de alguna forma la han olvidado, aunque a ella eso le disgusta. Me contaba sus cosas, sus tristezas y la vida que le había tocado llevar, creo que de alguna forma yo le gustaba, pero luego vinieron los problemas, al marido no le gustaba que ella le pudiera poner los cuernos y yo no quería pedirle que lo dejara, tal vez ella nunca lo dejaría pero pude intentarlo, y lo que hice fue decirle que en cada mensaje que ella enviaba le estaba siendo infiel, quizá fue eso o que ella ya se había cansado de este juego que parecía no llevar a ningún lugar.
—La cagaste Carl, ella estaba en realidad enamorada de ti y tú al igual que todos los hombres solo querías joder, joder y lamer, debiste acercarte, besarla, divertirte con ella, demostrarle que la querías y luego presumes que puedes escribir historias y no fuiste capaz de darle rumbo a esta historia, te precipitaste y diste una respuesta incorrecta, era muy fácil cambiar la plática decirle lo importante que ella era para ti y luego así lo único que podrías logar es el final de la historia. Solo hay respuestas correctas y no lo que hiciste.
—¿Tú crees que ella va a regresar? —me preguntó
—No volverá —le dije y me levante
—Si tú pudieras ver esos ojos, esa boca y ese cuerpo que no logro imaginar con vestido alguno, flaca y hermosa y esos pechos, si tú ves esos pechos te pierdes.
—Lo que tienes que hacer es seguir escribiendo, quizá en alguna de tus historias ella lo haga contigo.
He soñado que me voy con ella a la cama, pero no podemos hacerlo, ella me habla de su gato y todo el tiempo cuando ya estamos a punto de hacerlo se nos aparece el marido, y no importa que ella quiera o que yo lo quiera o que no se aparezca el marido. No lo podemos hacer porque a mí me habían secuestrado y como muestra de que me matarían sino pagaban el rescate me habían cortado los genitales.
Me di media vuelta, eran las siete treinta y seis de la mañana mi turno estaba por terminar. No dije más y fui a visitar a la chica flaca, no era tan guapa como él decía, sentí hambre y pensé que para una mañana fría no me vendría mal algo caliente, pero no tenía ni puta idea de lo que podría ser, me rasque las axilas y me fui.