La felicidad vista como ese pequeño puerto al que uno se aferra a diario

Acaso no es la felicidad un buen pretexto para seguir inmersos en el consumismo despiadado y egoísta que a diario nos aqueja, sino lo cree así, entonces algo anda mal con el orden de mis pensamientos, supongo. La felicidad es un excelente catalizador para comprar flores, acudir al teatro, al cine, una cena romántica, reunión con los amigos, para jurar amor eterno mientras nos regalan o regalamos lo que tanto se desea; pero en algún punto algo se rompe con ese sentimiento y entonces las cosas son agrias, simples y en exceso crueles que nos sentimos hasta cierto punto deprimidos. Yo quizá sea el menos feliz de este mundo o el más anti romántico de acuerdo a esa idea tan personal acerca de lo que es la felicidad, porque sumido en mi egoísmo, no pienso en consumir todas esas cosas antes enumeradas y otras tantas accesibles a bolsillos más robustos. La felicidad algo más simple en mi mundo de cabeza, es despertar todos los días a lado de mi chica, ver sonreír a mis pequeños, leer una y otra vez lo que tanto me gusta y en medio de todo eso, les juro que también existe esa sensación de consumismo que a veces desespera. ¿Qué es la felicidad, sino el pretexto ideal para seguir vivo?, yo, no lo sé y no lo quiero saber, porque pienso que en ese instante la vida dejaría de tener sentido.

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La mentira

Para algunos tener que vivir el duelo debido a la perdida de la confianza debe ser algo terrible y cruel, sobre todo si esa o esas personas son tus amigos. Para otros la vida solo importa si ellos están bien.

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Vidas

Una vida sin amigos, es como quedarse a la espera de que las cosas pasen. Sin amigos es como no tener testigos de nuestras vidas, y si el camino es complicado, en ese punto termina todo

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Que no se nos enfríen las manos

Hoy de nuevo ese silencio prolongado que atrapa y te hace pensar que todo esta perdido y entonces nace la pregunta obligada, ¿para qué escribir?, y es casi seguro que nunca tendré una respuesta, como también es casi seguro que no dejare de escribir

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Mientras tanto nada nos detiene

Existen esos días donde todo parece un espejismo y dan ganas de llorar, de correr o de salir con tu desnudez a la calle, eso pasa sobre todo cuando la tierra despide ese insoportable olor a mojado y uno se siente esclavo de la nostalgia. Quizá ese es el intermedio del camino a la realidad

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No se aún por qué, pero me encanta escribir

Todo lo que soy, radica en mi interior, me crea conflictos y en ocasiones me hace preguntas que nunca voy a responder, no porque no quiera, sino porque no tengo idea de alguna de una posible respuesta

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Me he vuelto loco o con los años se pierde todo

No puedo llamar a Dios mentiroso, ¡no!, porque no creo en él, tampoco creo en la necesidad de usar un rosario, ni en la muerte, ni en la necesidad de usar faldas, a veces creo que no me voy a morir nunca, pero no para el acto de envejecer y supongo que con los años tendré miedo a la muerte y tendré un rosario, de preferencia negro; de lo único que estoy seguro es que no usare una falda, a menos que el hambre apriete y no tengo otra camino por recorrer.

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Otro día más en este lugar llamado paraíso

Te sientas en un bar con grandes ventanales, y ves atento como pasa una y luego otra y otra patrulla o vehículo militar, escuchas los balazos, y sabes que no hay nada como esa realidad, donde puedes casi palpar la muerte y sentir en el ambiente el olor a carne quemada, mientras todo eso sucede te tomas unas cuantas cervezas, te levantas al cabo de un par de horas y te vas a tu casa, como si nada estuviera pasando, como si la vida fuera un guiño y un instante que no debes dejar pasar, como si lo tuyo en realidad era el convertirte en un corresponsal de guerra. ¿Y el miedo donde carajos quedo?

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Balacera en Matamoros, es como un juego de niños

No sé cuándo va a sonar el último balazo, pero la cosa allá afuera dicen que esta de la chingada. No hay ruido de sirenas; balazos y helicópteros, así como lamentos casi inaudibles de algún herido que esta a un paso de la muerte, solo eso.

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El último abrazo

Le había enviado tantos mensajes, como para acostumbrarme a vivir con ella. Aunque mi vida era más bien mal humorada, a veces me decían que era imposible negarlo y que lo peor de vivir así es que uno termina con un cáncer, es triste pensé, no el terminar con un cáncer, sino el terminar solo, así que no cesaba en mi esfuerzo por enviar mensajes, uno tras otro, todo el día. A veces me gana la demencia, o tal vez resulta muy fácil fingir que eso es lo que me sucede. Le había enviado tantos mensajes como el número de minutos que escucho las sirenas en el día y lo primero que pienso cuando escucho las sirenas, es en la vida de hospitales, pero ya no pienso más en el lugar donde antes trabajaba, parece que ese lugar ha muerto. A veces me culpo de todo esto que nos pasa, sobre todo en las noches y me invento que no puedo dormir, es igual de fácil que fingir demencia y nada más, pero no estoy desesperado, es solo que me gusta enviarle mensajes, aunque en realidad no tenemos nada de que platicar, supongo que mi manía la desespera y no la dejo respirar a gusto, tampoco me importa.

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