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Posts Tagged ‘Una de esas mujeres’

Hay días como hoy que recordar suele dar tristeza. A mi edad es fácil enloquecer, pero envejecer jamás. Que hay detrás de todas las historias, es decir existe un personaje que es ajeno a mis días a mis historias personales o el que escribe es la misma voz de la persona que interpreta todas aventuras un tanto sin sabor que muchas veces ni yo entiendo. Recordar a veces me da rabia y entonces solo escribo.
Laura Blake me llevo con un amigo que resulto ser ese investigador privado que yo deseaba contratar para dar con mi padre biológico, nunca lo contrate pero nos hicimos buenos amigos, el me decía que hoy en día y en realidad nunca han existido los investigadores privados, que nada es privado, pero que a la gente le gusta la idea de contratar algo que sea privado, exclusivo, único. Tomaba whisky con ginger ale y de cuando en cuando se llevaba el vaso con hielos a la frente. Yo lo llamaba el gordo Morelli. Pablo estaba sumido en la tristeza y eso me llenaba de pena, su perro al cual él llamaba Elliot, lo había tenido que sacrificar por alguna disfunción renal, yo le decía que debería tener otro perro y llamarlo Ossip, el opinaba que yo estaba loco y que no tenía cura.
Pablo trabajaba con putas, drogadictos e informantes de la policía, su pasión no era la de investigar por investigar, su verdadera obsesión estaba en convertirse en un novelista consumado y quizá por eso desde el principio nos entendimos muy bien, en ocasiones se infiltraba en laguna red criminal y durante mucho tiempo administro una revista pornográfica, las historias tenían que ver con lo que aquellas prostitutas le contaban. Una anciana le contaban todas sus aventuras, como cada vez le resultaba más difícil vender el cuerpo, terminaba sus días vendiéndole sus historias al gordo Morelli, no era la primera vez que alguien se iniciaba en el mundo de la literatura, contando historias de putas o eso es lo que deseo creer.

Fuimos a comer a un sitio de comida yucateca. El gordo Morelli seguía contándome las virtudes de trabajar con la pornografía, él no pensaba en la trascendencia inmediata del escritor, él pensaba que escribir en algún momento tiene que ser como prostituirse, que uno debe hacer de todo y una vez instalado en los grandes círculos de escritores, es entonces cuando debes pensar en otro tipo de obras, pero lo que él tenía muy claro es que la pornografía vende y él buscaba tener en la literatura una forma de vida. Yo tenía claro que nadie compra hoy en día pornografía, mejor conectarse al internet y no tener contacto directo con los que venden pornografía, la policía insistía mucho en investigar a los que consumen pornografía, sobre todo investigaba a las redes de pornografía infantil, yo estaba alejado de esos vicios, pensaba que si no me ponía a escribir en serio, nada de lo que hago tendría sentido. El gordo Morelli cultivaba una especie de sentimientos ahogados, su padre lo había maltratado emocionalmente y para el gordo las cosas siempre tenían ese doble sentido, esa necesidad de asociarlo todo con las palabras que se repetían en su mente como una especie de castigo necesario. El gordo era zurdo. Ser zurdo era sinónimo de ser torcido, chueco, joto, eso era lo que su padre le decía todo el tiempo. Los escritores son jotos, le decía el viejo Morelli y quizá en un acto de rebeldía, el gordo Morelli supuso que convertirse en escritor sería un acto de rebeldía ante los disgustos de su padre, pero el tipo murió mucho antes de que el gordo pudiera darse ese gusto y a veces me parecía verlo tan triste, tan ajeno y tan débil que hasta yo sentía deseos de llorar. El gordo estaba investigando la detención del líder de un grupo de autodefensa, al que se le acusaba de todo tipo de actos en contra del orden público y en contra de la nación. El gordo admiraba a los activistas. Decía que su novela estaba contenida en la vida de ese líder y se reía. El hoyo negro en la historia del gordo era la flaca, la puta flaca con él la llamaba, él estaba enamorado de ella y ella como era de esperar estaba enamorada de un puto poeta, no es que el poeta fuera un gran poeta, pero ella estaba enamorada de él y no había manera de que las cosas fueran diferentes, en alguna platica trasnochadora el gordo me platico de sus intenciones y me dijo que tenía que conocerla, que a ella le entusiasmaban los escritores y que al saber que él era amigo de uno, recuperaría la atención de ella, desde luego que no tuve éxito y nunca la pudo conquistar. La flaca trabajaba vendiendo teléfonos celulares y accesorios para los mismos teléfonos, tres veces por semana acudía a clases de creación literaria donde conoció al poeta, el gordo Morelli asistía también a clases de creación literaria y estaba interesado en la obra de Borges, quizá de tanto leerlo hasta terminaría por escribir como Borges, yo en ese tiempo creía que Borges no existía, que se trataba de un personaje inventado por un grupo de escritores que tenían deseos de jugar un poco con la memoria colectiva y estaba casi seguro que habían contrato a una actor para representar a Borges pero al final ese actor que era muy bueno, termino enamorado de su representación y se quedo con el papel, para hacerlo parte de su vida diaria. El gordo Morelli, pensaba que la mejor manera de morir era en un duelo a cuchillos, evidentemente estaba pensando en la muerte que Borges había deseado para sí mismo.

La flaca era una chica muy atractiva, poseía una sonrisa contagiosa y unos dientes que jugaban a ser perfectos. Hablaba de poesía y de traducir poesía, pero no había en sus manos o en su bolso un solo libro de poesía, no en el tiempo en que la conocí. Después de comer acompañe a la flaca a su departamento, ella hablaba del gordo Morelli como si no existiera, era como un personaje, ella me pregunto que si era cierto que conocía a Ramón S y que de ser así a ella le gustaría conocerlo. Pasamos la noche juntos, no porque yo quisiera hacerlo sino porque ella me insistió y yo sentía que estaba traicionando la amistad del gordo, al mismo tiempo que pensaba que quizá el gordo tendría algo más de que escribir, pero desde luego que estaba equivocado.
Era de esas veces que uno se siente viejo y que al verse al espejo piensa que está actuando para verse así y que los recuerdos no son otra cosa que una vida llena de tristezas, porque uno recuerda lo que desea y como lo desea, pero nunca como fueron las cosas, el gordo Morelli terminaría por escribir una novela que no solo le arranco los calzones a la flaca sino que fue muy bien recibido por la crítica, desde luego que nunca abandono su supuesto trabajo de investigador privado y un día me regalo un expediente donde estaba toda la información de mi padre genético.

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