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Posts Tagged ‘DUPIN’

Desperté esta mañana con muchas ideas para escribir, pensé en las más triviales, luego en unas cuantas más elaboradas, pase por definiciones que no se muy bien de donde las saque, hasta al punto de llegar a situaciones ridículas que nada tienen que ver con el ejercicio de escribir. Poco antes de hacer cualquier cosa llame a mi madre, ella vive a unos 2000 km de casa, espero no exagerar, o no hacerlo por mucho (exagerar ya es mucho, creo que carece de sentido esta última frase), pues bien, llame a mamá, primero porque deseo que me diga como van las cosas, como se ha sentido y ya saben las brevedades que en muchos de los casos se vuelven en las cotidianas. Después de platicar un rato. Me dijo: 

—    Beto, ¿ya sabes qué me andan cazando? —dicho con la frialdad que ella me lo dijo, termina por helarse la sangre.

—    No tenía idea de que alguien quiera cazarte  —le respondí.

—    Es que dicen que yo soy el chango.

 De inmediato me remitió a las aventuras de Edgar Allan Poe y el detective Dupin, supuse que alguien había muerto en la ciudad y que sospechaban de un chango y con lo efectos propios de la imaginación proclive a inventar cosas, pues eso era lo que podría estar sucediendo, pensé.

 —    Lo que me intriga es saber, que tiene que ver un chango en esta historia, mamá.

—    No te dije que ya regresaron —agrego ella— ahora son dos, el otro día se revolcaron arriba de la casa, pero sin pisar las laminas.

—    ¿La gente cree que tú eres un chango, mamá?

—    Si, no se que les pasa, pero ellos creen que yo soy el chango, los tontos no saben quien es en realidad y eso me preocupa.

—    ¿Entonces tú sabes quien es el chango? —dije con asombro— me parecen increíbles esas cosas mamá, al menos en estos tiempos.

—    Pero es cierto y se quien es, aunque la gente piensa que soy yo, pues salen de la casa después de tratar de espantarme.

—    ¿Y dices que ahora son dos?

—    Antes solo venía uno, es un tipo de la sierra, que le han pagado para asustarme, para debilitarme y hacer que me vaya de aquí, pero a mí nada me asusta, ya lo sabes.

Mamá vive en una ciudad extraña, en uno de esos pueblos donde todo llega con retraso, incluso la señal de televisión llega una hora después y es que los pocos canales de televisión que puedes sintonizar, tienen la leyenda de menos una hora. Supongo que la violencia que vive el país, aún tardara unos años en llegar o puede que ni siquiera le alcance. La gente tiene ideas raras, creen en brujerías, en naguales, y no se bien en que tantas cosas más. A mamá siempre la han culpada de ser una vieja bruja, o no se que en orden, pero ni es bruja y mucho menos vieja, pero la gente tiene esa habilidad, ella me dice que en los últimos días la han seguido, que en el pueblo, sus amigos, le dicen que debe tener cuidado, que ya la han visto en el panteón a mitad de la noche y que le han puesto una trampa, que la van atrapar cuando sea un chango, que el chango tiene un olor característico a maldad y es que su olor es el de azufre, que es el demonio, que es el mal.

Casi siempre que llamo a mamá, ella tiene alguna aventura que contarme, quizá debería tomar el telefono a diario y seguro que así no me enfrentaría ante la hoja en blanco y el horror de no saber que escribir.

—    ¿Pero que piensas hacer mamá?—le pregunte.

—    No hay nada que hacer, mira es fácil, si ellos atrapan al chango, me hacen un favor, si lo siguen de alguna manera me protegen—dijo ella mientras sonreía—son unos tontos, no deberías preocuparte.

—    No estoy preocupado—le dije—en realidad me llena de horror, saber que te están cazando.

—    Lo que tienen es miedo, pero lo único que hacen es ladrar, ya sabes como son.

—    No lo puedo creer—dije mientras me mordía una uña— pero dime mamá, ¿quién demonios te esta siguiendo?

—    Es tu primo David, pero ya sabes como se pone él, cuando fuma mucha hierba.

—    Y si hablas con él, no crees que se pueda solucionar todo.

—    Es un miedoso, pero ya te dije, no te preocupes, que aquí no pasa nada y si cazan al chango yo salgo ganando.

Por supuesto que a mí las historias de naguales, me parecen una tontería, pero la gente en el pueblo de mi madre, se acuestan llenos de miedo, piensan que si andan a media noche caminado, corren peligro de encontrarse con un animal del demonio, y entonces se encierran, rezan tres padres nuestro, un ave María y no se aparecen por ningún lado.

Mamá tiene la costumbre de ir a casa de su hermano y regrese ya muy entrada la noche, luego se levanta de madrugada y se va caminando a su trabajo, y sino lo hace a la hora adecuada, termina por no llegar a tiempo.

—    El chango es vecino de Gonzalo —me dice ella— “Chalo”, lo descubrió cuando se estaba convirtiendo, pero es un chango sin poder, así que no me estresa.

—    No puedo creer que pienses que esas cosas, puedan ser ciertas, mamá—le dije.

—    Pero existen cielo—dijo ella— pero no estés preocupado, si me hacen enojar, un día salgo y soluciono el problema, ya sabes, lo voy agarrar, y le meteré una chinga, hasta que pidan perdón.

—    Que cosas dices mamá—le dije— pero si te hace sentir bien, pues en cuanto te de lata de nuevo, pues atrápalo y le haces lo que tú creas mejor, pero por favor evita que te sigan, eso me preocupa.

—    No te preocupes cielo—dijo ella— ya sabes son miedos y solo hablan, pero no son capaces de nada.

Crecí entre ruidos extraños, y todo se resolvía con la presencia de seres extraño, pensar en ir al panteón en medio de la noche equivalía al suicidio, pensar en poder enfrentar a demonios, brujas y naguales, era quizá la mayor tontería y vivir una vida, fuera de lo que en ese lugar existía, era como pretender que la existencia de ese lugar era un imposible. 30 años después de sonar por todo el mundo llego hasta la gente de se pueblo, la noticia de un grupo sensacional y todas las noches cantaba una de sus canciones que era mi preferida: Yesterday, por supuesto hablo de los Beatles.

Asunto con mi madre se termino en ese punto, tenía que hacer algunas cosas y entre su platica y la responsabilidad del día, me fue imposible escribir por lo menos una línea de lo que tenía en mente y mi madre con su capacidad para contar historias, siempre termina por convencerme de que debería dedicarme a vender, aunque en estos tiempos, yo no se muy bien que podría vender. Quizá vender las historias de mi madre no sea una mala idea. seguro que mañana, cuando hable con ella, me diga: sabes Beto, los atrape y era el «mocho» uno de ellos, los hice sufrir hasta que me pidieron perdón, me juraron no molestarme nunca más y entonceslos deje ir, ¿crees que he hecho bien?

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