El primer día sentí un chingo de miedo, no sé si sea correcto decir un chingo o tenga que buscar una palabra más elegante o a la altura de alguien que pretende vivir de esto. Tampoco creo que todo lo que sentí fue miedo, era una mezcla de tantas cosas. Me levante del escritorio donde había firmado y estampado mi huella, tenía ganas de tantas cosas, una de ellas era irme muy lejos y llevarme desde luego a mi familia, llegue a pensar en la posibilidad de vivir en alguna región olvidada de Italia, aunque no estoy seguro de que aún existan en Italia regiones olvidadas. Si me largaba del país no podría dejar rastros o eso fue lo que pensé, pero tampoco deseaba dejar de ver el rostro de mis amigos y esa rara mezcla donde ocurre todo, donde las emociones te pueden destruir, me persiguió como mi fiel sombra durante muchos días.
Salir a la calle era algo complicado, pero desde antes del amanecer, yo sabía que tendría un día difícil, un día del carajo, de esos días que uno no quiere recordar pero que se nos vienen a la mente una y otra vez y quizá nos sigan hasta el día de nuestra muerte.
Nunca, nunca pensé que estas cosas me podrían pasar, ni siquiera lo llegue a pensar como un sueño, luego cuando descubrí que no tendría más alternativa que afrontar lo que estaba por venir, pienso que el miedo tomo otra dirección y mi sombra comenzó a seguirme de nuevo.
Antes de salir de su oficina lo mire a los ojos, lo mire con rencor y hasta con un poco de odio, él quería darme clases de moral, pero era el peor de todos y quería hacerme saber que habría hecho por mí más de lo que podía hacer en ese momento, sí tan solo le hubiera contado por lo que estaba pasando. Mierda, eso es lo que pensé y lo que se merecía. Me espere que abriera la puerta y me tendiera la mano para dejársela estirada, con gusto la habría cogido y le habría propiciado tremenda golpiza, pero el rencor hacia él, no me traería nada bueno.
Quería que él supiera que es un pendejo, sin embargo no tiene caso decirlo y supongo que todas las noches duerme bien y que cualquier esfuerzo por robarle el sueño es algo inútil y que las palabras que muchos hemos querido decir, se me habían atorado en la garganta, pero aún sin decir nada, ese montón de nada, para él ya era incomodo.
Ese día cuando empezó todo, yo no desperté. Me preocupaba mi mujer y mis hijos, las cosas materiales no tenían valor alguno, eran un montón de nada. El miedo fue pasando, mientras que a él, le escurre un hilito de baba cada que se acuesta a dormir y quizá un día esa misma baba termine por ahogarlo, yo no sé si existe la justicia divina, es más no creo en ella, pero a dónde puedo llegar con tantas cosas encima.
Ouch! duele por todas partes, por todos lados. Un abrazo que apacigüe un poco el miedo y la rabia y si ya no hay, un abrazo de colores
abrazo de colores querida
Vamos! Dale con fuerza. Dicen que no hay nada tan malo que nos pase, que no lo podamos soportar, ya tendrá amanecer en unas horas.
le he ido dando y todo parece llevar el mejor de los destinos
La rabia también es motor. A darle que esto apenas empieza.
Abrazo desde el Caribe.
abrazo corazón…ya sin rabia
Reblogueó esto en cautivadulce.