Yo quería lamerle sus dientes blancos, tan blancos como la leche.
¿Cuántas veces he tenido que regresar a Udele?, no lo sé y la verdad es que tampoco importa. Recuerdo que en una clase en donde nos enseñaban a escribir o mejor dicho a leer para así intentar escribir, ella nos recomendaría leer a Günter Grass; cualquier estaría esperando que su recomendación fuera para: El tambor de hojalata, pero no fue así, ella nos recomendaría: Pelando la cebolla.
Yo quería olerle las axilas.
Creo que debí ser un hombre cruel con Udele, pero al mismo tiempo que nadie se merece la crueldad; debí dejar que se masturbara y que se fuera perdiendo en sus dolores, en sus fobias, en sus orgasmos en los que algunas veces me incluía, de haberlo hecho, pienso que ella estaría ahora conmigo, pero esa será una eterna duda.
Yo quería desbaratarle el rizado de su cabello.
Era bonita. Sigue siendo bonita, pero ahora vive en New York y puede que la comida de esa ciudad la haga gorda y no me la imagino gorda, supongo que si engorda seguirá siendo bonita e igual la querría amar, no tendría razón para no hacerlo. La vi masturbarse y olerse las axilas mientras lo hacía, luego sudaba y se pasaba la mano por las axilas y luego a la boca y su carne temblaba y ella se ponía roja y sus pecas se perdían entre sus ruidos, y entonces su mirada me incendiaba y ya no era yo y no era nadie y no deseaba vivir más porque estaba seguro que ese era el paraíso o el infierno y no deseaba estar en otro lugar, la vida era cruda, amarga, irreal, ella era otro imposible, uno que llegaría con el tiempo, pero en esos momentos yo no lo sabía.
Yo quería hacerle el amor todo el día y en la noche también.
Ya dije que era bonita, que tenía pecas, seguro que en New York esas pecas han desaparecido, ya dije que sus cabellos tirados en el piso de la casa, se enredaban y eran pequeñas pelotas que recorrían nuestra habitación o la habitación de ella que en ese tiempo también era la mía, ella no era una mujer común, ella era todo lo que deseaba ser y a veces rebasaba sus expectativas, pero hablar de Udele es como hablar de lo imposible, de sueños y de tu Dios.
Yo quería despertar una vez más en ella, con ella y no dejar de excitarme con el color de su piel y el veneno que sale de sus ojos, yo quería quedar fulminado por su mirada y no pensar más, nunca más.
De las axilas a la boca? pelin guarrilla eh! Supongo que eso es lo que mas te gustaba jejejeje Muaks, desde aquí abajo!
ese abajo suena prometedor…voy que vuelo a ese abajo infernal
a quien no le gusta lo de las axilas querida, dime a quien?