No había hecho otra cosa que pensar en Laura Blake toda la semana, que me olvide por completo del caso que teníamos que resolver juntos. Las cosas se habían complicado y mucho, uno de los muertos era un agente encubierto del ejército mexicano que participaba en esa tan mencionada lucha contra el crimen organizado. Me daba flojera pensar que el crimen de esa pareja no era pasional, que estaba ligado con el crimen organizado, me daba flojera porque todo mundo hablaba de ello y porque en el fondo esos casos quedaban casi siempre sin resolver, no quiere decir que el equipo de investigadores no hiciera su trabajo, al contrario, casi siempre se sabía con exactitud el nombre de los autores materiales e intelectuales pero poco se podía hacer en contra de ellos, por alguna de las siguientes razones. La primera es que para cuando se llegaba a la solución del caso, los presuntos autores del crimen ya estaban muertos o bien nadie los podía encontrar, la segunda es que en la mayoría de los casos, los supuestos culpables, eran testigos protegidos y sus delitos no eran suficientes para castigarlos. La idea de un crimen pasional, me hacía ver una posibilidad más interesante e incluso intensa, seguro era esa posibilidad la que aguardaba con una historia.
Y entonces me dieron ganas de llorar, pero estaba en una plaza pública y la gente es curiosa, además de que no quería que me preguntaran nada. No sabía si irme a casa o quedarme sentado o meterme al cine y ponerme a llorar, sentí pánico por primera vez desde que llegue a esta ciudad y así sin saber porque empecé a imaginar el cuerpo de María Betania, desnudo, tirado en el suelo, junto al cuerpo de alguien mayor, y me dio tanta tristeza y cerré los ojos, porque en verdad tenía muchas ganas de llorar. Así que me puse a caminar, camine por un largo rato sin saber a donde ir, entonces tome el teléfono y llame a Laura Blake.
—Dónde demonios estas —le dije
—Estoy en camino a la jefatura de la policía —dijo ella
Y yo le dije:
—Tienes que venir por mí, estoy jodidamente triste y no puedo moverme más.
—Tendrás que esperar un poco, es algo urgente lo de la jefatura —dijo ella.
—Maldita sea, te necesito ahora —dije.
Ella dijo:
—No me jodas cabrón.
Laura llego a los pocos minutos. Hacía mucho tiempo que un caso no me afectaba tanto, no se si por la cercanía con María Betania o por mi incapacidad para reconocerla a la primera o porque en ocasiones me dejaba llevar por mis instintos y los casos me rebasaban de tal manera que no me dejaban dormir, la verdad es que no tenía importancia lo que pudiera ser, pues ya estaba afectado y tendría que trabajar mucho con eso. Entonces salimos de aquel lugar y le pedí que me llevara a su casa. Tenía que relajarme, muchos hablan de diversas técnicas para hacerlo, que van desde la respiración, hasta quedarse dormido, en mi ninguna de esas cosas funcionaba. Era necesario recurrir a las técnicas que usan las madres de cierta tribu en el África y es que cuando sus hijos tienen mucha angustia, ellas le chupan el pene y ellos se van calmando. Laura Blake sabía lo que yo necesitaba y me quitando la ropa.
Yo no quería darle más molestias, no porque no quisiera estar con ella, me gustaba el sexo con ella, me gustaba el cuerpo de ella, pero me gustaba más su esencia como persona, así como lo dulce y delicada que era ella conmigo, ella que cuando casi no me conocía me tendió sus brazos para aliviar mis penas, ella que había llorado conmigo y que había estado en los momentos más trágicos de mi vida, cómo no la iba a querer. Yo no quería preocuparla pero tenía que hacerlo, tenía que contarle de mi angustia y de que llevaba muchas noches sin dormir. Después de chuparme el pene, me fui relajando hasta quedarme profundamente dormido. Entonces comencé a soñar. Estaba de nuevo mi mujer en el sueño e intentaba mostrarme algo, el auto estaba volteado y el combustible regado en el pavimento, vi los ojos de mis niñas, vi la sombra de otras personas y vi llegar a la muerte mientras un hombre egoísta les tomaba fotos de sus últimos alientos en vez de ayudarlas, vi venir la muerte y con ella cada uno de esos días grises, sombríos y llenos de frustraciones. En el sueño, ese lugar ya estaba a oscuras pero yo lo podía ver todo.
Cuando desperté Laura Blake estaba a mi lado e hicimos el amor de manera suave, le debía mi tranquilidad. Le conté una vez mis sueños y le dije que no lograba descifrarlo por completo, le hable de lo que yo suponía que mi mujer trataba de decirme, que tenía que ver con el caso que ambos intentamos resolver, pero ella, Laura Blake, puso un dedos en sus labios para decirme que me callara por un segundo, que dejara de pensar en esas cosas, que era necesario relajarme y sin decir más llevo sus labios a mi pene y así pasamos el resto de la semana, yo no había hecho otra cosa que pensar en ella y me olvide del resto de las cosas que teníamos que resolver, pero ahora nos resultaba necesario volver al trabajo y me sentía con muchas ganas de hacerlo.
Bien por continuar la historia