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Esta no es una historia de amor, al menos no se pretende eso. Tampoco es la gran historia y no pienso contar chistes para distraer al lector cuando ya no tenga nada que hacer. Pero antes de continuar creo que es justo contar una historia de amor para que los lectores no me reclamen más adelante de lo árido que puede resultar una historia policiaca sino contiene escenas de amor. Supongo que esta historia vale por todas las historias, aunque sea un poco trágica.
Conocí a Sandra en la universidad, ambos estudiamos ingeniería, yo me especialice en robótica mientras que ella se había especializado en diseño de automatización industrial. Era la única mujer en mi grupo de ingeniería. Cuando llego al salón de clases, me parecía la mujer más fea de este mundo, además de que era muy delgada. Un año después, comencé a fijarme en ella, digamos de una forma más romántica y fue en un partido de beisbol, cuando nos besamos por primera vez, lo hicimos sin que mediara entre los dos un compromiso o un nombre para lo que nos propusimos hacer. Solo nos besamos. Para el cuarto año de la carrera, ella me gustaba como nadie en esta vida, era la mejor mujer, con la mejor sonrisa y el mejor cuerpo, quizá para mis amigos o compañeros de la escuela ella seguía siendo una mujer muy fea, o quizá no, nunca les pregunte. A final de ese año nos fuimos a vivir juntos, rentamos un departamento y con lo poco que yo ganaba en el taller de mecánico de mi tío, nos alcanzaba para vivir, aunque cada vez, se volvía más necesario arreglar más y más motores para poder pagar los gastos. Sandra recibía una pensión mensual por parte de su padre, que era un tipo muy poderoso, dueño de un par de empresas, donde más tarde terminaríamos por trabajar los dos. Me refiero desde luego a Sandra y yo. Nunca nos casamos. Nos gustaba desvelarnos y hacer el amor en cualquier parte de la casa, aunque en las noches nos gustaba salir a la calle y buscar una cabina telefónica decente, donde se pudiera hacer el amor. Acá, hablo de México, no hay muchas cabinas decentes, no como las que existen en Inglaterra, me habría gustado tener una de esas a la mano, le habríamos dado buen uso. Lo que si teníamos, eran cajeros automáticos, donde poder refugiarnos. Nos metíamos en ellos y tapábamos, con alguna cinta adhesiva el lente de las cámaras de video. Fueron buenos tiempos no me puedo quejar. Unos tres después de vivir juntos, el papá de Sandra nos exigió casarnos si es que íbamos a seguir juntos. Ella era hija única y él deseaba dejarle todo lo que tenía, que el negocio fuera algo más familiar. Lo hicimos, nos casamos, tuvimos dos niñas y luego ella y las niñas me dejaron y mi historia se volvió muy triste.
Se supone que esta es una historia de amor, tal vez una historia plana aunque los personajes viven algo, cambian conforme pasa su vida, y las cosas tienen algún significado. No quiero que esta historia se vuelva una especie de juego donde cabe la posibilidad de contar dos historias en una, al menos no quiero contar esta historia, es como si te estuvieran contando dos personas a la vez una historia diferente, eso me pone de malas y no es nada agradable.
Es por eso que este libro no puede ser una historia de amor, de ser así me la pasaría hablando todo el tiempo de Sandra, de mis hijas. Me dolería.
«Todo se terminó, ESTOY sola el robot se fue , el hombre QUEDA pero realmente que bien estoy ASI después de tantos desengaños… no quiero sufrir más, me quedo así, si llega MI GRAN HISTORIA DE AMOR , NO LA VOY A ACEPTAR soy muy feliz con mi vida actual, mi trabajo y mis amigos.»
Las historias siempre continua …..
la historia jamas se detiene…envidio tu vida
No todas las historias tienen un buen final, pero advierto al menos en el narrador cierta tristeza y desolación. un abzo
Esta parte de la historia es muy triste. Quisiera saber que las pasó a las tres
Ana
te contare que les paso querida