Ella era una mujer hermosa, 20 años menor que Alejandro. Tenía la cara simétrica, bonita, daba gusto verla. Había pasado por todo tipo de pruebas, cuando estaba en el internado de traumatología, sufrió la marginación de sus compañeros, pero con el tiempo eso la había hecho una mujer fuerte y decidida, su miedo se le acabo apenas, comenzó a ganar dinero. Le habría gustado ser libre, andar por la calle como lo hacían los hippies, desde luego que no había vivido esos momentos de forma directa. Ella tenía un cuerpo perfecto.
El poder de un arma IV
junio 14, 2012 por Carlos Efron Mur
Publicado en A la hora de amar, Después del sexo, Historias de a pie, Historias sin fin, Las apariencias engañan, Lo demás es silencio, RELATOS | Etiquetado el poder de un arma | 4 comentarios
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Curtirse: los momentos complicados, nos hacen daño, nos hacen pasarlo mal, pero en cierto modo, nos hacen ser más «duros». Ante las mismas circunstancias, después de unas vivencias, no reaccionamos igual, no nos llega lo mismo. Creo que en cierto modo la pasión, el alma, se nos va quedando en lo que vivimos.
cuantas cosas se nos quedan en lo que hemos vivido y eso nos hace diferentes y hasta cierto punto especiales a cada uno de nosotros, me gusta tu pensamiento.
Hay algo mejor, especialmente siendo mujer, que ser libre e independiente?
Eso hace que cuando llega el momento del amor, sea también libre, sin condiciones, sin intereses,de verdad.
¿porque no veo tus actualizaciones si te sigo?,yo habia pensado que apenas escribias…
Muchos besos.
Muchos besos querida y no, no hay nada mejor que ser libre e independiente, sin importar si eres hombre o mujer….