El país ya no era un lugar para los cobardes, mucho menos en la frontera norte; allí la cosa estaba caliente. Desde luego que la vida rutinaria es lo que más tenemos y por eso, algunos ni se enteran de lo que está pasando allá afuera. Me habían dicho muchas veces que tenía que estar atento, que tenía que mezclarme con la gente que anda en las calles, que era la única forma de aprender cosas, para luego poder escribirlas. Encerrado no lograría nada. Lo único que tenía claro es que la vida en el norte sería mucho más intensa, yo amaba las emociones fuertes, pero la rutina había logrado mantenerme encerrado en las horas con más movimiento. Me gustaba la idea de odiar a los demás y luego, en ocasiones sentía deseo por darle de golpes a todos. ¿acaso a ti no te pasa?, a mi sucede cuando estoy platicando con alguien, siento esos deseos insoportables por agarrarlo a golpes. Otra cosa que me mantiene vivo: es el riesgo de vivir en esta ciudad, pero no solo porque el país se estaba yendo al carajo, sino porque es una ciudad pequeña en la que todo se tiene que hacer a escondidas. Mi sueño recurrente era conseguirme a una chica de la mafia, sí, la novia de un líder importante y hacerla mi amante. Mientras que el sueño de otros era el irse a vivir al otro lado, aunque allá también se consuman las drogas y las calles tengan su cuota diaria del crimen organizado.
En ocasiones lo único que deseo es hablar, no importa de que este hablando, el caso es no parar, ni siquiera por error. Me vine al norte porque me sentía vigilado y porque las deudas ya me estaban rebasando, de no haberlo hecho, nunca podría soñar con escribir una historia, cualquier historia para después ser atacado por los críticos, por todos los que creen saber de qué se trata tu historia, aunque uno no tenga ni idea de lo que en realidad desea contar. Cuando voy a una fiesta, con unos amigos, que más que amigos son unos desconocidos, les digo que soy un escritor, aunque dicho así de forma fría causa poco interés, a menos que estos amigos desconocidos, ya tengan varias copas encima, pues invariablemente te dicen que ellos tienen algo que contar y seguro su historia es una buena novela y luego, sin preguntarte si les quieres escuchar y te cuentan las cosas más aburridas y hasta rutinarias, pero como te dije antes casi nadie se entrega a la pasión y la mayoría lleva una vida apática, casi vegetativa.
Me vine al norte desde que Anna decía que ya no quería verme más. Así de la noche a la mañana se despertó y me dijo: ya no quiero volver a verte, me das hueva. A mí nunca me habían gustado las mujeres morenas y no es que no sean guapas, sino que desconfiaba de ellas, y luego si tenían los ojos expresivos, ojos capaces de atrapar a cualquier hombre que pasara cerca de ellas, me sugerían más desconfianza. Me vine al norte, no tengo claro si a trabajar o tal vez quería creer que podría escribir y vivir de ello, pensé en tantas posibilidades, pero la que menos me interesaba tenía que ver con el trabajo.
Durante mucho tiempo llegue a pensar que alguien me estaba siguiendo, desde luego que en esos momentos de supuesta lucidez, llegue a creer que se trataba de mi imaginación. No estaba seguro de nada.
Al protagonista, el desamor lo ha lanzado a tener la sensación de que ya no tiene nada que perder. Y en ese momento se convirtió en más peligroso que los mafiosos, porque no hay quien arriesgue más, que quien no tiene nada que perder. 🙂
incluso el desamor por su patria, lo pone en una circunstancia extraña pero ideal para cometer todo tipo de actos violentos. Es cierto que se transformo en un ser aún más peligroso que los mismos mafiosos, pero dentro de todo tiene que tener un giro, algo que lo hago sentir querido por el lector y también debe contarnos de forma constante y detallada su pasión por la violencia…
gracias querida por tus comentarios, ellos siempre alientan a seguir escribiendo, espero no perderme por mucho tiempo más
el amor transforma a las personas… en algunas ocasiones traspasando los límites de la lucidez mental lo que provoca verdadero peligro … historia curiosa carlos…
desconfias de las morenas??? ya estoy perdida!!!! juas! disgusto tengo jomío!
de las morenas no desconfió, pero no puedo decirlo abiertamente que sino, no tengo idea de como me va a ir, en realidad me encantan las morenas, tanto como me encanto yo, así que no hay porque tener esos disgustos querida
me dejas más tranquila niño..
niña, lo que menos quiero es tenerte preocupada, besos hermosa