La máxima tan conocida por todos: después de la tormenta viene la calma, acá no se aplica. Después de muchos días de calma, de no respirar ese ambiente agresivo, opresivo e incluso denigrante, ha llegado de nuevo la tormenta. Uno no puede jactarse de estar en el ojo del huracán, no es algo que esté buscando y muchos menos existe el deseo de ser alcanzado por una bala y morir de este otro cáncer, del llamado cáncer social, del que arremete en forma caliente contra nuestros cuerpos y cesa sus impulsos hasta convertirnos en uno más de la estadística y que según el vocero del gobierno federal no es tan grave, pues solo han muerto 43 personas en este tipo de enfrentamientos, personas que no tenían nada que ver con el crimen organizado. El sonido de los balazos, los comentarios de los padres preocupados que corren por sus hijos, los amigos que tratan de adivinar por donde es el fuego y nos dicen: es por el rumbo del Walmart; por la Puerto Rico y un sin número de lugares por donde al parecer siempre se dan estos enfrentamientos, no son otra cosa que las voces de los que estamos lejos de dicha tormenta, aunque decir lejos es una cuestión de cuadrantes y de unos cuantos metros, podemos escuchar la mayoría de las veces el sonido de las fuertes detonaciones, podemos ver a jovencitos, cerrando las calles con camiones o todo lo que tengan a la mano, podemos ver el caos generalizado, nos rozamos incluso con personas armadas que han quedado atrapados en el caos vial y circulan detrás de nosotros y van exasperados, tratando de evitar todo el tráfico, pero es imposible alcanzar su destino a tiempo y van con las armas en la mano y te mientan la madre y nada pueden hacer porque las calles están a su máxima capacidad y nadie les va a dejar pasar, y nadie lo va hacer porque todo mundo quiere llegar a casa y porque todo mundo tiene miedo y porque lo único que se desea es poder esconderse del fuego cruzado y evitar ser parte de esa estadística, ser una de las victimas a las que las autoridades nombran como daño colateral. Mientras todo eso pasa, no dejo de pensar en tantas cosas, opciones de vida, sueños no logrados y la posibilidad, si la posibilidad de no amanecer en mi casa nunca más y no me queda más opción que sonreír; prendo el estéreo del carro y dejo que la música me acaricien los sentidos, la música de los Beatles, quizá soy un anticuado pero se oye mucho mejor: Hey Jude, que el sonido de las balas detonadas allá afuera, allá por a lo lejos, por el rumbo de Walmart.
Balacera en Matamoros
enero 31, 2012 por Carlos Efron Mur
Publicado en Historias de a pie, Historias sin fin, Las apariencias engañan, Lo demás es silencio, RELATOS, Una foto y la memoria imposible | Etiquetado balacera en matamoros, balacera en matamoros Enero 31 2012 | 9 comentarios
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ANAIS NIN Y LAS BALACERAS DE MATAMOROS
Anais Nin escribió “Delta de Venus” por encargo de un millonario, a un dólar por página. Cansada de que que el erotismo solo fuera un género cultivado por autores masculinos, al cual le faltaba precisamente eso, la mirada acelerada y polémica de una mujer. Después de sus diarios, que son algo así como una ciudadela prohibida, a prueba de moralistas y hacendados de la hipocresia, fueron bienvenidos los relatos del Delta de Venus. Con una grandiosa diferencia entre polemizar entonces y hacerlo ahora. Entonces su literatura era exquisita y ahora, para escribir sobre lo mismo optan por lo banal en vez de lo sucinto, y por lo provocador antes que por lo descrito.
Eso mientras que, por otro lado, un buen amigo escribe esto acerca de las balaceras en Matamoros (México). Leerle es como sentirse acompañante en su carro, regresando del trabajo o a donde carajos sea, como si fuera yo por la Simón Bolivar, hacia el sur de Quito, camino del Trebol, o como si efectivamente un camión se nos cruzara en medio y la violencia, la balacera y la angustia penetrasen en nuestro interior. Esto no es un relato proveniente del Delta de Venus, desde luego, sino la realidad. La realidad que muchas veces los medios de comunicación se prestan a intensificar o ignorar, una de dos. Es por eso de los errores de percepción que se cometen.
Hasta Anais Nin saldría corriendo de allí. Y si él dice que prefiere escuchar Hey Jude quizás yo también prefiero leer las páginas del Delta de Venus o escuchar una chacarera del Duo Coplanacu, o repetirme a mí mismo eso que alguna vez dijo el eminente poeta y compositor argentino Jaime Dávalos: “el fuego es un viejo amigo del hombre: sus brasas son mi país”. Lastima que para medio mundo el fuego esté en los disparos y no en la reparación de las brechas social. En Matamoros balacera y en Quito una lectura tranquila y la preparación de los resortes metodológicos de una consultoría.
No hay que dejar pasar por alto la lectura de la crónica que figura en el enlace. Y de paso, ya tenéis una recomendación para leer a Anais Nin, que no tiene nada que ver con las balaceras pero en sí misma es como la mejor amiga del hombre o ese fuego al que se refería mi estimado Dávalos.
Creo que ameritaba una respuesta abundante. Saludos, Carlos
Mi querido amigo tú sabes bien que no existen las respuestas largas o cortas, todo tiene su magnitud y le corresponden las líneas que sean necesarias, un fuerte abrazo…
Yo he sido asaltado siete veces a punta de pistola en la ciudad de Guatemala.
deberías contarnos cada una de esas veces en forma de cuento, aunque ese deberías es nada más una sugerencia, lo triste que alguno de esos asaltos fueran cometidos por los mismos delincuentes, un abrazo y si decides contarlo, yo lo voy a leer
Es una buena idea. Y lo he estado pensando. También quisiera hablar de algunas experiencias en el mundo subterráneo durante la juventud, pero es un tanto peligroso comentar esas cosas. Sin embargo, ficcionar es ficcionar.
a estas alturas en cualquier parte del mundo que cosa no es peligrosa
The photographs are quite interesting. I cannot read the words, however.
He’s talking about a shooting in the middle of the streets in a regular day of his life and all the things that he thinks while that’s happening.
Fuerte la experiencia. Creo que nunca he vivido algo así. La única vez que vi tanques en las calles, fue para el terremoto del 2010, cuando llegaron a controlar los saqueos generalizados a Concepción, Chile. Aunque claro, esa es otra historia. Yo no tenía Hey Jude en el MP3, extrañamente justo tenía “Anarchy in the UK”.