En todo caso lo único que yo podía hacer era correr a refugiarme. Nadie me había avisado lo que en ese momento estaba ocurriendo y mientras el sol este brillando uno no puede creer que el fin esta cerca. Al empezar a correr te quedas sin palabras, tus ojos suelen clavarse a una velocidad vertiginosa, buscas un sitio seguro, para que los fragmentos heterogéneos de la metralla no puedan alcanzarte. Las nubes ya se estaban perfilando, desaparecerían de un momento a otro. En mi mente tenía muchas imágenes, algunas ideas muy claras de lo que escribiría esta noche. Debo decir que esas imágenes me eran por alguna razón conocidas. Así es la ciudad, es un ambiente y un entorno por todos conocidos, no puedes hacer planes, no puedes creer siquiera que tus deseos puedan ser cumplidos, es imposible; incluso la hierba verde se esconde del viento y casi siempre desea que el sol ya no quiera nada con ella. Y los niños seguían cantando, no se habían percatado de que afuera todo estaba mal, me pregunte entonces: ¿Acaso no lo saben? Afuera llovía plomo. Ni yo mismo lo sabía, a no ser por un trabajador de la telefónica, que me dijo con voz preocupada.
—¿Es qué no los oyes?
—De inmediato, me dije, seguro que este tipo está loco.
—Son disparos, ¿oyes?
—Le dije que no me había percatado, pero que él tenía razón
Entonces salí corriendo, abandone el auto y me fui a un refugio que nos dijeron era seguro y entendí en ese momento la voluntad de las buenas personas, la voluntad de crear una ciudad diferente y sobre todo, sus ganas por no perder la esperanza de que nos merecemos siempre algo mejor para vivir. Pero el paisaje que se presentaba ante mí, me lleno de una inexplicable tristeza, y hablo de un paisaje rutinario, de un lugar en el que todo parece ordinario y la gente en este lugar hablaba que esta ciudad ya no le daba más confianza que ya era tiempo de agarrar otro camino, y encontrarse con su destino. Imaginen lugares normales y comunes, lugares donde la violencia parece tener un poco de recelo para mostrarse, imaginen un mundo donde la gente aún conserve sus valores y los que quieren portarse fuera de la ley, tengan al menos un poco de respeto por todos; digamos que tengan un codigo de honor.
En ese momento tuve muchas ganas de correr a mi ventana y contarte lo que me estaba pasando, pero me detuve, no se aún porque lo hice y si era lo correcto, tuve ganas de dejar un rastro por si me llegaba a perder y así te fuera posible encontrarme, pensé que no me había enterado, pero que en este momento ya estaba sucediendo, el fin del mundo ya hacia su acto de presencia. Pero como siempre: me equivoque, nada era lo que imagine y lo que crei que podría ser y eso me cambio un poco el estado de ánimo.
Habría querido salir a la calle y contarle a todo mundo que era lo que nos mantenía a muchos aterrorizados, quizá debería decir, con miedo, cierto miedo y cierto sabor y olor a la muerte, pero el salir me ponía en una situación adversa, incomoda, de cara a la muerte, y después de todo a la gente, lo que en verdad le importa, pocas veces tiene que ver con lo que uno cree importante. Un resumen de lo ocurrido es simple, se puede leer en tres líneas y no existe más por descubrir, y yo no tengo ganas de contar esos eventos, lo que en realidad me interesa, en cierto modo ya es tarde para hablar de eso, pero me interesa que en nuestra ciudad, esta noche logremos dormir bien y que nunca se pierda la esperanza de un mañana mejor.
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