Punto de partida o punto de lectura

Muchas veces nuestras acciones encaminadas a darnos libertad de acción, terminan por atraparnos en una maraña aún más compleja de las que hemos venido experimentando hasta antes de todos los posibles cambios, pero nuestra naturaleza, supongo es la de meternos en esa maraña, porque de otra forma la vida se torna tediosa y sin sentido alguno. Se pueden citar mil ejemplo: te levantas todos los días temprano, te bañas, te lavas la boca, vas al trabajo, regresas a casa, comes cualquier cosa porque no tienes hambre, te tomas un par de cervezas para relajarte, deseas que el teléfono no suene, si eres un tanto moderno, prendes la computadora, ves tu blog, si acaso te pasas unas horas por el Facebook o si estas de venas, pues ves un partido de fútbol sin importar que sea un partido que se jugó hace 25 años. En la noche como todo mundo, haces el amor, o tienes sexo o crees que eres el mejor amante del mundo y por supuesto antes de dormir, crees que no hay nada mejor que tener sexo, hacer el amor o convertirte en el mejor amante y después del sexo, qué, sobre todo sino eres un devorador de horas de sueño, empiezas a dar vueltas en la cama hasta perder el conocimiento y la noche. Muchas veces esas acciones diarias nos roban la oportunidad de hacer otras cosas, de darnos un segundo para nosotros, de olvidarnos de nuestros miedos o traumas, de olvidarnos que la ciudad está llena de gente mala o buena, de gente inocente o culpable, y dentro de eso nos empieza a comer la rutina. Yo. Yo digo que soy escritor, pero si alguien me pregunta porque decidí ser escritor, la verdad es que no tengo respuesta para ello y no deseo tenerla, porque si algún día sucede, creo que dejaría de escribir y entre escribir y leer, la vida parece que se aleja de la rutina, porque entre líneas descubro y me descubro de mil formas diferentes.