Realidad o fantasía a los cuarenta…

Mi lentitud me hace creer que muchas de las cosas que he dejado de hacer son parte de las  que me esperan o están pendientes de hacer, sin embargo uno debe entender que todo está en constante movimiento y lo que ayer era una posibilidad, hoy queda como parte de un profundo “hubiera” y el consuelo de que eso es lo único que no existe, no es para mí la mejor respuesta. He tenido una semana llena de complicaciones, marcada quizá por el tráfico del cansancio, hace mucho que no me cansaba tanto, lo que me hace entender que mis tiempos son cada vez más alejado de la fortaleza física, desde luego que no soy del todo un viejo, no paso aún los cuarenta, sin embargo los puedo arañar y lo que para mí hace un tiempo era una posibilidad distante, hablo tanto de la edad como el cansancio, cada día es más acariciable. El fin concreto es que la vida más productiva de un novelista se da prácticamente a partir de los cuarenta, al menos es lo que dicen los que se supone que saben y me pregunto si es momento real para retirarme de cualquier actividad y sensibilizarme con esta actividad de escritor novelista, por otro lado si me retiro en este momento de cualquier actividad que pueda desarrollar, entonces qué sentido tendría la vida sino logro todo lo que quiero, el que a los cuarenta se pueda ser un buen novelista, no significa necesariamente que uno pueda vivir de escribir. El caso es que voy atrasado y parece que la idea de que el tiempo es libros, escritos o por escribir, leídos o por leer, cada vez se va desvaneciendo más y más, lo que más me preocupa es que todo sucede a una velocidad vertiginosa, incluso el acercarse a una edad madura parece que ya es incontenibles y todo se nos escapa de la mano. Quizá es el momento en el que uno empieza a vivir a plenitud, pero también es el momento en el que uno comienza a morir. Febrero desde siempre es un mes complicado, lo bueno es que ya casi se termina.