Cualquier pretexto es bueno para colgar el letrero de cerrado.
Cerrado por remodelación. Cerrado por vacaciones. Cerrado por inventarios. Cerrado por insomnio. Cerrado de una a tres. Cerrado, hora de la siesta. Cerrado porque tenía ganas de cerrar.
Así una larga lista. Pero ninguno de esos pretextos es tan brillante, como aquel del que cierra sin tener nada que cerrar.
Cerrado por futura inauguración.
Deja una respuesta